¿Se puede salvar al urogallo cantábrico de la extinción?
Asturias
«Mientras queden ejemplares la batalla no estará perdida», asegura Rolando Rodríguez, experto en estas aves. Recuerda que existe abundante literatura científica sobre esta problemática y avances tecnológicos para abordarla: «Es una cuestión de voluntad política»
13 Nov 2017. Actualizado a las 18:16 h.
El urogallo cantábrico, que ha vivido en la Península Ibérica de manera continuada y «como mínimo» desde la última glaciación, está en situación crítica. Lo cierto es que lleva en situación crítica décadas, pero ahora más que nunca. ¿Por qué? ¿Qué ha pasado a lo largo de estas décadas para que no haya podido revertirse un declive que se inició a mediados del siglo pasado? Y, sobre todo, ¿está la batalla perdida? ¿O se ha dado por perdida?
El biólogo asturiano Rolando Rodríguez Muñoz, del Centro de Ecología y Conservación (CEC) en el campus Penryn de la Universidad de Exeter (Reino Unido) y uno de los principales expertos en urogallos, aporta alguna de las claves, sino todas, de lo que ha sido y es el declive del urogallo cantábrico, una especie única en el mundo «tanto por vivir casi exclusivamente en bosques de frondosas caducifolias como por ser capaz de habitar en la región supra mediterránea al sur de la Cordillera Cantábrica». Su desaparición, por ello, supondría una importantísima pérdida de diversidad genética dentro de la especie en su conjunto.
Pese a que ha habido quienes en estos años han hablado de que su desaparición es irreversible, Rodríguez Muñoz considera que «mientras queden urogallos cantábricos la batalla no estará perdida» y, en este sentido, asegura que «incluso se podrían investigar algunas vías alternativas si la población local ya hubiese desaparecido». Advierte, no obstante, de que «lo que es seguro es que cuanto más reducido sea su tamaño, más difícil será recuperarlo». Y es muy claro al afirmar que «parece ser que alguien lo ha sentenciado sin que se haya movido un dedo para frenar el declive. Se han invertido cantidades fabulosas de dinero público, pero se ha hecho sin fundamento alguno y es muy difícil que de esa manera se puedan obtener resultados».
¿Cuándo y por qué comenzó el declive poblacional del urogallo cantábrico?
Antes de responder a esta pregunta, Rodríguez Muñoz matiza las poblaciones del centro y norte de Europa son las que, en realidad, han ocupado esas regiones de manera intermitente a lo largo de los siglos, «desapareciendo con el avance de los hielos durante las glaciaciones y recuperándose con su retroceso durante los periodos interglaciares», y que, en tiempos históricos, «los urogallos cantábricos han ocupado todo tipo de bosques en las zonas templadas de la mitad norte de Iberia».
El urogallo es una especie forestal y los problemas de los ejemplares ibéricos comenzaron con la deforestación ligada a la ganadería extensiva. «Su desaparición en la mayor parte de su área original en la Península Ibérica fue inevitable al desaparecer la inmensa mayoría de los bosques a lo largo de los últimos cientos de años, quedando relegado a la Cordillera Cantábrica y los Pirineos», recuerda el biólogo, que explica que el drástico descenso de la población cantábrica se remonta a mediados del siglo pasado: «La causa más probable fue la brutal caza de trofeos a la que estuvo sometida y de la que nunca llegó a recuperarse».
Así, en los años 60, algunos guardas de caza advirtieron, como recuerda Rodríguez Muñoz, de que en muchas zonas empezaba a resultar difícil observar machos de urogallo debido a esa caza abusiva: «Un estudio publicado en 2015, que analizó muestras de urogallo de aquella época, confirmó las sospechas de esos guardas, demostrando un declive muy acusado en las décadas de los años 60 y 70. La variabilidad genética se redujo a la mitad, y los resultados apuntan a que la causa fue la caza abusiva». Además, entre los años 80 y 90, aún sometido a una caza abusiva, «se produjo un segundo repunte del declive del urogallo que le ha llevado a la situación actual».
¿Cuándo se declaró especie en peligro de extinción?
La caza de urogallos no se prohibió en España hasta 1979 y, por increíble que parezca, hubo que esperar a 2005 para que el urogallo cantábrico fuera declarado especie en extinción en Asturias. «Aunque la caza se prohibió en 1979, se siguieron matando urogallos furtivamente de manera intensa hasta los años 90, y en menor medida en los primeros años del presente siglo», asegura Rodríguez Muñoz. Efectivamente, fuentes de la Guardería del Medio Natural de Asturias constatan que incluso en años recientes los urogallos han seguido siendo víctimas de cazadores furtivos.
«Su catalogación como especie en peligro de extinción seguramente debiera haberse producido ya en 1979. De todos modos, catalogar una especie en peligro de extinción no sirve de nada si no se aplican medidas de conservación eficaces», considera Rodríguez Muñoz, que señala que «Asturias se caracteriza por publicar muchas normas ambientales que no se cumplen».
¿Qué medidas se pusieron en marcha para protegerlo?
En 2003, se aprueba el Plan de Conservación del Hábitat del Urogallo Cantábrico en Asturias, en cuyo enunciado se indicaba que la población estimada en los años 2000 y 2001 era de «poco más de 100 machos» y que se había visto reducida en las dos últimas décadas, manteniéndose «una clara tendencia regresiva» al menos en algunas de sus áreas de ocupación.
La finalidad de este plan, según recoge su propio enunciado, era «de forma prioritaria detener el declive poblacional que, en la actualidad (año 2003), estaba sufriendo la especie» y, paralelamente, se pretendía «favorecer la recolonización de áreas abandonadas y evitar que continúe el proceso de fragmentación y deterioro del estado de conservación de la especie, persiguiendo la eliminación progresiva de las amenazas mediante una mejora de la gestión del hábitat y la búsqueda de fórmulas que compatibilicen los intereses de diversos sectores productos con los requerimientos ecológicos de la especie».
Este plan fue anulado en 2007 a raíz de un contencioso planteado por empresas del sector maderero. «Han pasado diez años en los que la especie ha cambiado de vulnerable a en peligro de extinción y ahora se encuentra en trámite para pasar a ‘en peligro crítico’-recuerda Rodríguez Muñoz-. A pesar de ello el plan sigue anulado. Eso da una idea clara del interés de nuestros políticos por conservar al urogallo», sostiene.
¿Cuántos urogallos quedan en la Cordillera Cantábrica?
En la actualidad, en Asturias, quedan urogallos en el occidente de la región, sobre todo en el Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias. «En el resto, la información disponible es muy escasa, pero parece que estaría casi desaparecido». En la actualidad, cuántos urogallos quedan en la Cordillera Cantábrica no se sabe a ciencia cierta. En 2005 se estimaba una población de entre 250 y 300 ejemplares.
En 2009, la Universidad de Oviedo realizó el primer censo con métodos genéticos en la zona occidental, cubriendo gran parte del hábitat de la especie en Cangas de Narcea, Degaña, Ibias y el Alto Sil, en el norte de León. «En realidad, ese es el único censo disponible, ya que los trabajos anteriores no son censos propiamente dichos», explica Rodríguez Muñoz. Los datos obtenidos entonces apuntaban a que podría haber unos 144 ejemplares en ese área.
¿Por qué no existe hoy un censo oficial?
¿Tan complicado es de llevar a cabo? «El problema no es la complicación, sino simplemente que quienes tienen la responsabilidad de conservar la especie han decidido que no es importante saber cuál es su estado actual», dice Rodríguez Muñoz, que recuerda que se han destinado entre seis y diez millones de euros del programa europeo Life «a supuestas labores de mejora del hábitat, pero ni siquiera sabemos con certeza cuántos urogallos quedan ni dónde».
Ese programa se iniciaba en 2010 y culminaba este año con la petición de que se elabore un censo actualizado. En opinión de Rodríguez, las carencias de este proyecto -del que sus impulsores han dicho que ha sentado las bases para la conservación futura de la especie- son dos: la ausencia de fundamentación científica y la inexistencia de una planificación que permitiera evaluar los resultados obtenidos con sus actuaciones.
El proyecto Life, además de otras medidas dirigidas a favorecer el hábitat del urogallo, supuso la puesta en marcha de un centro de cría en cautividad en Redes. Existe un estudio de la Universidad de Oviedo que concluye que la cría en cautividad es inviable. Rodríguez Muñoz explica que Geotrupes, la asociación de biólogos a la que pertenece, planteó en julio varias cuestiones sobre el funcionamiento de ese centro a la Consejería de Desarrollo Rural y Recursos Naturales y que aún esperan por la respuesta.
¿Por qué es importante crear un banco genético?
Este año también se ha vuelto a plantear la creación de un banco genético, del que se viene hablando reiteradamente en la última década tanto como del declive del urogallo. «A medida que la población de urogallos se va reduciendo, se va perdiendo variabilidad genética de manera irrecuperable. Crear y mantener un banco genético permitiría conservar una parte de esos genes, y abriría la posibilidad devolverlos a la población silvestre en caso de una eventual recuperación futura», considera Rodríguez Muñoz.
No obvia que se trata de una tarea complicada, aunque explica que «en los últimos años se ha estado trabajando mucho en esa línea: en el caso del urogallo, sobre todo por parte de científicos polacos. Sin duda es una vía que habría que tomarse muy en serio, aunque el tiempo se acaba. Ignoro por qué no se ha hecho antes y tampoco sé si existe un plan para ponerla en práctica».
¿Qué medidas han adoptado otros países con urogallos en peligro de extinción?
El biólogo Rolando Rodríguez Muñoz indica, respecto a la presencia de urogallos en otras partes del mundo, que no es una especie en peligro de extinción en la mayor parte de su área de distribución: «Las poblaciones gravemente amenazadas se encuentran sobre todo en el centro y sur de Europa. En países como Polonia, cuentan con la posibilidad de importar aves de áreas vecinas en las que la especie todavía es abundante. En regiones como Escocia, se ha investigado la problemática y se han puesto en marcha actuaciones dirigidas a corregir problemas concretos que habían sido claramente identificados».
Un ejemplo, añade, es el marcaje y la retirada de vallados cinegéticos «que provocaban una elevada tasa de mortalidad por colisión. Se probaron diferentes sistemas de marcaje, se evaluó su funcionamiento y se optó por aquellos que se mostraron más eficaces».
¿Qué dicen las investigaciones científicas realizadas en los últimos años?
Rodríguez Muñoz también explica que, en los últimos diez años, se ha avanzando mucho en el conocimiento de la biología y la ecología del urogallo cantábrico, «sobre todo gracias al desarrollo de proyectos de investigación por parte de científicos de la Universidad de Oviedo». Y pese a que siguen existiendo aspectos esenciales para la conservación de esta especie que aún son desconocidos,«disponemos de conocimientos como para abrir una línea de gestión fundamentada. Si se quiere evitar la desaparición del urogallo cantábrico, es imprescindible y urgente comenzar a aplicar ciencia a su conservación».
En este sentido, explica que los indicios sugieren que el problema del urogallo está en su baja tasa reproductora, que puede deberse a diversos motivos: «En poblaciones de aves tan reducidas como esta, es frecuente que se deba a consanguinidad. Si ese fuese el problema, no creo que queden más allá de unos pocos años, en el mejor de los casos, para tratar de ponerle remedio». Pone como ejemplo lo ocurrido con otra especie de cabe de la familia del urogallo: el gallo de las praderas que vive en el estado de Illinois (Tympanuchus cupido pinnatus). «Esa población llegó a caer hasta los 50 individuos debido a la consanguinidad. La población consiguió salir del bache justo en el último momento gracias a un manejo adecuado, aunque todavía está gravemente amenazada por existir otros factores», explica el biólogo.
¿Por qué no se aplica, entonces, la ciencia a la conservación del urogallo cantábrico?
Rolando Rodríguez Muñoz reitera que la problemática del urogallo no difiere mucho de la que sufren muchas otras especies. «Existe abundante literatura científica al respecto. De hecho, en los años 70 surgió una rama de la biología, denominada Biología de la Conservación, centrada en este tipo de problemas. Lo que se necesita es aplicar los conocimientos generales sobre Biología de la Conservación al caso concreto del urogallo cantábrico, a la par que se investigan los aspectos específicos de esta población. Actualmente los avances tecnológicos ofrecen todo tipo de posibilidades para abordar el problema. Básicamente es una cuestión de voluntad política», subraya.