¿Y si la cura del cáncer estuviera dentro del paciente?
Asturias
El neurólogo asturiano afincado en Houston, Juan Fueyo, cuenta que las farmacéuticas pretenden cobrar hasta medio millón de euros por los punteros tratamientos genéticos investigados con dinero público
26 Mar 2019. Actualizado a las 13:27 h.
Gene therapy en inglés. Terapia genética en español. La revolución en el tratamiento del cáncer no está llegando de la mano de nuevos fármacos sino de tratamientos punteros que surgen de la mente de investigadores que mezclan un profundo conocimiento científico y una mente creativa. Así lo cuenta Juan Fueyo, el neurólogo asturiano afincado en Houston, que trata de aportar su granito de arena en la lucha contra los tumores cerebrales. El nuevo concepto con el que se trabaja es el de suministrar al cuerpo los instrumentos necesarios para que luche contra el carcinoma. Fueyo está convencido de que los que recorren este camino terminarán recibiendo el premio Nobel, porque este está siendo el gran avance de la medicina mundial. Otra cosa es cuándo llegará realmente a los pacientes y a qué precio. Ya están autorizados dos tipos terapias para dos tipos de cáncer, leucemia y linfoma. Todos los ensayos se realizaron en centros financiados con dinero público. Ahora la gran corporación que lo ha puesto en el mercado lo comercializa a casi medio millón de dólares y asegura que no cubre gastos, que tendría que cobrarlo a 700.000. Fueyo asiste atónito a este espectáculo, en el que se mueve entre la confianza en la ciencia y la indignación por el puro negocio.
Este es el tema que el neurólogo asturiano acaba de exponer en una conferencia pronunciada en la Facultad de Medicina de Oviedo, en cuyas aulas se sentó hace ya unas cuantas décadas, antes de trasladarse a Barcelona y, posteriormente, a Estados Unidos. El científico -recientemente metido a literato con la publicación del libro Exilios y Odiseas. La historia secreta de Severo Ochoa- habló sobre viroterapia e immunoterapia ante un público especializado y ante los alumnos. Fueyo, con una marcada vertiente divulgadora, disfruta sobre todo entre los estudiantes que tienen que recoger el testigo de la investigación. Los ensayos contra el cáncer tienen ante sí un reto ilusionante pero duro. Lo sabe tras años de ensayos clínicos. Cuando era médico de urgencias, estaba acostumbrado a salvar vidas. Ahora logra pequeñísimos avances tras ver fallecer a decenas de pacientes.
Las terapias del cáncer
La charla de Juan Fueyo ha explicado los tres tipos de terapias genéticas contra el cáncer que se están desarrollando. El primer tratamiento biológico, apoyado sobre las investigaciones de Steven Rosenberg, es el más avanzado y el que ya se está comercializando a medio millón de dólares. El proceso consiste en extraer las denominadas células T del propio tumor, que son modificadas in vitro y reinyectadas en el paciente para que ataquen las células cancerígenas y solo las cancerígenas. De momento, esta terapia celular solo se está aplicando en la lucha contra la leucemia y el linfoma.
Existe una segunda vía que explora James Allison, desde la clínica Anderson, en Houston, el mismo centro en el que trabaja el científico asturiano. Sobre una base similar utiliza un mecanismo que el propio Fueyo califica de «muy creativo». En su caso, todo el proceso se produce dentro del paciente. Lo que intenta es generar anticuerpos. Explica que el sistema inmunitario es como un coche frenado y lo que necesita es levantar ese freno. Da igual en qué parte del cuerpo esté el cáncer. No es necesario inyectarlo en el tumor. En este caso, los ensayos todavía están verdes. Los estudios con melanoma perdieron al 80% de los pacientes en los dos primeros años. Pero el 20% restante tuvieron una supervivencia superior a los 10 años, que es el periodo que se ha analizado por ahora. Fueyo destaca la importancia de este hallazgo porque eran enfermos con metástasis. «Esa pérdida del 80% en dos años es la misma que con los tratamientos convencionales pero lo alucinante es cómo se estabiliza después», explica. Los primeros anticuerpos con esta finalidad los usó Allison pero ahora ya hay más. No solo para melanomas, también para pulmón, cabeza... El reto está en mejorar la supervivencia en esos dos años y en reducir la toxicidad.
La tercera línea de investigación es en la que lleva años trabajado el propio Fueyo. En su caso, la clave son los virus. El punto de partida fueron una serie de casualidades que han ayudado a avanzar a la medicina, como el paciente operador de un tumor cerebral a finales del siglo XIX, al que solo le quintaron el 30% y además sufrió una infección. Cuando consiguieron curar esa infección descubrieron que el tumor había desaparecido. Los virus habían hecho un trabajo complementario. Esta nueva vertiente de trabajo se centra en los tumores cerebrales -tal y como corresponde a un neurólogo- y consiste en inyectar en las células cancerígenas virus modificados que toman como base la genética del tumor. En una primera fase, el virus se multiplica. En el 80% de los casos el sistema inmune de los pacientes destruye el virus y no pasa nada. Pero, de nuevo, hay un 20% de los casos en el que el virus se alía con el sistema inmune y juntos acaban con el cáncer. No es el virus el que elimina el tumor sino el propio enfermo. «Es una cura desde dentro», argumenta el científico.
En ratones ha conseguido un éxito del 100%. En enfermos es muy inferior aún. Pero hay algo que siembra su esperanza. Esos ratones curados se han inmunizado para el tipo de tumor del que han sido tratados. ¿Cómo lo sabe? Porque lo ha comprobado inyectando el mismo tipo de cáncer en esos ejemplares.
Existe incluso otra cuarta versión, que ya está también en ensayo. Esta supone coger los virus y mezclarlos con el anticuerpo de Allison. Las posibilidades son infinitas. Los recursos económicos no lo parecen tanto. El tratamiento con anticuerpos, a diferencia del medio millón que cuesta la terapia de células T, puede estar en torno a los 100.000 dólares. «Pero los virus son más baratos aún», explica Fueyo, defendiendo el camino en el que lleva años inmerso.
«Esto es un gran cambio en la mentalidad de los investigadores, un cambio de paradigma. No estamos generando fármacos», argumenta. Es un camino, por tanto lento, tortuoso, de pequeños avances tras años de esfuerzo. Solo apto para científicos muy pacientes. Sin embargo, cada vida que se salva es el resultado de años de esfuerzo y dedicación. El neurólogo asturiano vuelve a compararlo con su paso por las Urgencias hospitalarias. Entonces una vida perdida era un drama, un fracaso. Hoy una única vida que se salva abre la puerta a miles.