Así son los influencers asturianos
Asturias
Cinco de los blogueros y youtubers del Principado con más seguidores en redes sociales explican esta nueva profesión
16 Oct 2017. Actualizado a las 05:00 h.
¿Influencer se nace o se hace? Es una de las profesiones que se han puesto de moda en los últimos años y que está casi tan idealizada como poco conocida en el fondo para el común de los mortales. Se trata de gente con un alto poder de influencia entre otras personas que se cuentan con miles y con las que conectan a través de redes sociales, principalmente. La candasina Paula Echevarría es una de las influencer más destacadas del país, con sus dos millones de seguidores en Instagram. Tiene capacidad para poner de moda casi cualquier prenda que se ponga y conseguir que se agote en las tiendas. De ahí que colabore con marcas que encuentran en gente como ella otra forma de darse a conocer, es una nueva forma de hacer publicidad, que en ocasiones les da mayor visibilidad y resulta más económica que los formatos tradicionales. Pero no es la única asturiana con esa influencia, incluso los hay que lo ejercen sin salir del Principado. Aunque pueda parecer un empleo ideal, en el que se recibe dinero por probar un producto o hacer una foto, detrás hay mucho trabajo y tiempo invertido. El poder de las redes sociales es clave en este mundo y esto se aplica en todos los sectores, desde la maternidad a la belleza, la literatura o el humor. LA VOZ ha hablado con cinco asturianos a los que cada día ven, leen y escuchan decenas de miles de personas. Aunque algunos rechazan la etiqueta de influencer, sus blogs, redes sociales y relaciones con marcas les permiten vivir de ello, o casi.
Isabel Llano, Isasaweis
«Me resistí a esto porque me parecía una locura dejar mi trabajo»
En 2009 Isabel Llano pasó de ser una profesora a esa mujer que millones y millones de personas veían en Youtube haciéndose un moño con un calcetín. Ocho años más tarde lo que comenzó como «una forma de compartir y comunicar» ha derivado en su modo de vida. A pesar de que, como ella misma reconoce, se resistió mucho, «porque me parecía una locura dejar algo que tanto me había costado por dedicarme a esto». Tres años después lo hizo: «las oportunidades fueron muchas». Comenzó con los vídeos, pero tiene una web, varios libros de cocina publicados, ha colaborado con diversos programas de televisión e, incluso, ha diseñado una agenda… todo ello avalado con datos tales como 465.000 seguidores en Facebook, 264.000 en Instagram o las más de ocho millones de reproducciones que lleva el vídeo del moño con calcentín. Isasaweis es una de las mayores influencers del país y lo es desde Gijón. «Me planteé irme a Madrid cuando me separé, porque todo mi trabajo está allí, si no hubiera tenido hijos sí me hubiera ido», asegura. Ella trabaja desde casa, pero los viajes son frecuentes, especialmente cuando toca promoción de algún libro de recetas. «Con el de cocina sana recorrimos 30 ciudades y a Madrid sólo voy para cosas muy importantes o actos benéficos», asegura. Ella es el mejor ejemplo de que se puede ser influencer desde Asturias, a pesar de que los importantes eventos de marcas tienen lugar en las grandes ciudades.
«Mi día a día es por la mañana con los mails, contratos, propuestas de empresas, grabo vídeos… No le dedico las 24 horas del día porque tengo hijos, y una vida, pero cuando no estoy con ellos casi todo». Y eso lo hace con el móvil en mano, «mi herramienta de trabajo», y la que le conecta con sus miles de seguidores.«La gente me dice que espera mi mensaje de buenos días para arrancar», explica entusiasmada y reconoce que ahora el poder está en la redes sociales, «los blogs no tienen ese impacto tan inmediato». Asegura que en su caso la relación con los piñones -término con el que se refiere a sus seguidores- «ya no es tanto lo que cuentes, sino la compañía que haces, ese ratito que están contigo, entretenimiento, compañía diaria». Y cuando se la encuentran por la calle «sólo me paran para decir cosas bonitas y con muchos respeto».
Es la cara de amable de una profesión, la de influencer, a la que ella dedica muchas horas. «Tienes que tomártela en serio, porque detrás están agencias y marcas y detrás de ellas están familias. Hay quien no lo hace y eso es una mala experiencia que hace que las empresas no quieran trabajar con nosotras», explica. A ella al principio le daba vergüenza, «decía qué vais a pensar de mi si me regalan cosas y qué dirá la marca si hablo mal», pero se mantuvo firme respecto a sus opiniones, con indiferencia de la procedencia de los productos. El trabajo con las firmas asegura que es «irregular», pero que recibe decenas y decenas de paquetes cada semana. «El otro día me mandaron un set de 60 pintalabios y me da pena, porque no puedes probarlos todos. Para hablar de una crema yo necesito un mes para probarla», apunta y afirma que muchos productos los regala «porque me da pena que se pierdan». Anima a todo el que quiera dedicarse al mundo de los blogs y las redes sociales a hacerlo, pero también advierte que es duro: «en ocho años me he ido dos veces de vacaciones, y pocos días, porque cuando vuelvo es insufrible la cantidad de trabajo que tengo pendiente. Nunca he trabajado tanto en mi vida».
Carmen Osorio, de No soy una drama mamá
«La primera vez que gané unos euros llevaba ¡dos años! escribiendo»
Carmen Osorio es periodista y cuando acababa de tener a su segundo hijo y estaba en paro decidió abrir un blog para seguir escribiendo. Era febrero de 2013. «Veía que en el periodismo tradicional no tenía ya muchas opciones, más siendo madre de dos niños muy pequeños, así que me interesé por el mundo 2.0 a ver si de ahí salía alguna oportunidad», asegura. Le salió, pero tardó en hacerlo. «La primera vez que gané unos euros llevaba ¡dos años! escribiendo», explica y afirma que por entonces dedicaba 15 ó 20 horas semanales a No soy una drama mamá. «Era tiempo que dejaba de hacer otras cosas, tiempo que le robé a mi sueño cuando alguna temporada lo compatibilizaba con algunas cosas en la televisión…». Tiene claro que, precisamente, esa constancia es lo que le ha permitido poder vivir hoy de esto, «pero se tarda mucho tiempo en algo así, y empiezas ganando muy, muy poco». Esta es su profesión desde hace dos años, pero reniega de la etiqueta de influencer. «Me sigo considerando periodista, creo contenidos al fin y al cabo, lo de influencer no va conmigo», afirma.
Con uno u otro nombre es un trabajo al que dedica 25 o 30 horas semanales. «Intento escribir tres o cuatro posts semanales, detrás de cada uno hay dos o tres horas de trabajo. A eso hay que sumar las redes sociales, Instagram -donde tiene 40.000 seguidores- es a la que más tiempo dedico. No sólo creo contenido, me gusta interactuar con la gente e intento comentar o responder a muchas personas cada día, y eso también lleva mucho tiempo pero la gente lo agradece y generas más interacción y más fidelidad», explica la bloguera gijonesa. A eso hay que sumar asistencias a eventos, colaboraciones, preparar el libro que publicará con Planeta destramatizando situaciones cotidianas de la maternidad… Ahora es madre de tres hijos y su profesión le permite estar con ellos, aunque reconoce que «no sé muy bien cómo me organizo, intento trabajar tres horas por la mañana y otras dos por la noche, pero bueno, depende del día… Lo bueno es que les llevo y recojo del colegio, a los entrenamientos, estoy con ellos por las tardes…»
«Yo soy periodista, de ésas que quieren contar historias, y todo lo demás, SEO, métricas, se me escapaba y me resultaba tedioso», explica la autora de No soy una drama mamá y apunta que centrándose en escribir ha conseguido pasar de 100 visitas diarias a las más de 8.000 que tiene hoy en día. Pero también dice que no todo el mundo hace ese trabajo. «Yo veo cada día perfiles que hacen uso de herramientas que, por ejemplo, Instagram prohíbe, como el uso de robots que hacen que tu cuenta genere interacción para conseguir más seguidores. La compra de seguidores o likes está al orden del día, pero enseguida canta. Hay hasta grupos de Whastapp de bloggers en los que se envían los enlaces de sus fotos para que todas las personas del grupo comenten. Que no es que eso sea ilegal, pero lo hacen por conseguir más interacción y que más marcas se interesen por sus cuentas y al final acaban siendo como teletiendas. Yo digo más veces no, a propuestas, que sí».
Osorio está encantada con la relación con sus seguidores. «La gente conmigo es muy cariñosa, aunque es verdad que no puedo responder a mucha gente y me encantaría hacerlo». Con ellos compartió un momento muy duro hace dos meses, cuando perdió al bebé que esperaba. «Es el palo más terrible que me ha dado la vida y del cual no me he recuperado y que además ha hecho tambalear mi visión de la maternidad. Aquella Carmen que escribía sobre cuestiones cotidianas de los hijos con sentido del humor había vivido un drama. Y eso te cambia. No sabía si seguir o abandonar». Recibió mensajes de lectoras con historias parecidas a la suya y agradeciéndole que hablara del tema. «Así que ahora, a veces cuento cosas tristes, y otras alegres. Al fin y al cabo, el blog es como un diario de mi maternidad y me ha tocado vivir la peor parte. No puedo obviarla», asegura.
Isaac F. Corrales
«Hay auténticos cineastas haciendo maravillas en Youtube, no sólo niños haciendo challenge»
Isaac F. Corrales trabaja creando contenidos para las redes sociales de Atresmedia, pero son sus perfiles personales lo que le han hecho conocido para muchos. Mezcla humor, ironía y da unas opiniones que no siempre gustan a todos. A pesar de sus 50.000 seguidores en Twitter y otros tantos en Instagram niega ser un influencer y cita a su amigo Dani Argüello: «influencer es mi madre, que se compró una Thermomix y a la semana se la compraron todas las vecinas, nosotros hacemos el tonto en las redes sociales». «El término abarca demasiado y es difuso. Lo es Paula Echevarría y nada tiene que ver con Rubius o con cualquier persona que sube cosas a Youtube. Ella influye con su estilo, los otros son creadores de contenido, guionizan, graban, editan y simplemente entretienen». Es un firme defensor de los creadores de contenido audiovisual. «Hay auténticos cineastas haciendo maravillas en Youtube, no sólo niños haciendo challenge», afirma y apunta que «no es una moda transitoria, ya conviven con la televisión y tienen más audiencia que un partido de final de Champions».
Corrales tiene un canal de Youtube en que cuenta historias curiosas. «Es otro contenido, pero lleva muchísimo tiempo hacer un video, encontrar una historia, guionizarlo y editarlo, así que subo de Pascuas a Ramos», dice. A los otros perfiles les dedica, no obstante, también «mucho tiempo», pero de forma más continua, diaria. «Mis redes sociales son mías, no representan a nadie más que a mi, muchas veces la gente me dice que me corte y no opine sobre algo porque me ve mucha gente. Creo que es por eso por lo que debo decir exactamente lo que pienso, sin engañar a nadie por miedo a perder seguidores, ese es el problema de mucha gente en las redes», asegura. Allí cuenta con muchos seguidores, con los que tiene buena relación, pero también haters. «Con la opción de silenciar perfiles ni me entero», asegura este ovetense radicado en Madrid, aunque apunta que «los haters pesados se ven de lejos, porque da igual del tema que hables, que lo primero que te dicen es ‘búscate un trabajo de verdad, no haces ni puta gracia’. No todo el mundo sabe que curro ocho horas al día sentado una oficina, pero bueno, son cuatro personas. Hay mucha gente a la que no le hago gracia, lógico, hago mucha mierda».
Él se ha formado para aprender sobre redes sociales, por su trabajo, pero insiste en que «la clave es la constancia, repetir patrones que funcionan y sobre todo ver muchos vídeos, no puedes copiar y hay que tener tu estilo». «Todo el mundo puede crear contenido en las redes sociales, da igual que tengas 10 o 10 millones de seguidores; si subes contenido de manera asidua ya eres youtuber, el tema es darle tu estilo«, asegura. Y dice que ahora la situación se ha invertido: «un chaval de 15 años puede grabarse cantando y llegar a millones de personas, son las discográficas o productoras las que llegan al youtuber, como el caso de Bely Basarte -la voz en las canciones de Bella (La Bella y la bestia). Antes sería impensable y se cansaría de ir puerta a puerta intentando que alguien le escuchase y le diese una oportunidad».
María Cañal, de Escarabajos, bichos y mariposas
«El éxito del influencer es ser personas con las que identificarse, como tú y como yo»
María Cañal no vive de su blog, aunque Escarabajos, bichos y mariposas le ha permitido hacer cosas que de otra manera no hubiera sido posible. Hace unos meses lanzó una guía de Asturias para hacer actividades con niños y desde hace años organiza un evento nacional de blogs en Oviedo: Bloggever. «No es mi profesión, ya que me dedico a otra cosa, pero tampoco podría decirse que es un hobbie porque es una responsabilidad para mi, después de tantos años y tantos lectores», explica. Abrió el blog en 2010 «un poco de casualidad y con muchas ganas y energías de compartir mi experiencia como madre». Su bitácora ha ido creciendo y madurando al tiempo que su hijo. «En los inicios hablábamos de manualidades, temas mas relacionados con la infancia y ha ido tomando otros derroteros hacia temas que nos preocupan en casa como puede ser el consumismo, zero waste, igualdad, ... Los niños crecen, los problemas cambian, y todos evolucionamos».
Ha experimentado un cambio respecto a los temas a tratar, pero también en el tiempo que invierte en el blog. «En los primeros años le dedicaba muchas horas, quizá por la inexperiencia y porque los blogs eran otra cosa. Me gustaba publicar diariamente y esto era un esfuerzo muy grande». Ahora, explica la bloguera, «me gusta optimizar mucho mejor mi tiempo y los blogs ya no requieren de actualización tan diaria, se ha sustituido por redes sociales, como Instagram». Sus perfiles le permiten mantener el contacto diario con sus seguidores al tiempo que dedicar tiempo a otras actividades y a su hijo. «Me gusta cuidar los contenidos, escribir posts que puedan dejar alguna huella, y me gusta dedicarle el tiempo y recursos que el resto de mi vida me permite», señala.
Cuando se le pregunta por las razones del éxito de los influencers Cañal tiene que claro que es «ser personas con las que te puedes identificar, como tú y como yo, que comparte sus experiencias, más cercanas que quizá las antiguas influencers a las que veíamos inaccesibles de todo punto». Ella cuenta con 20.000 seguidores en Facebook y otros tantos en Instagram, algo que pudiera parecer que expone su vida a otros, pero la bloguera explica que «tampoco comparto tanto como la gente puede pensar, me gusta estar ahí y realmente los seguidores me acompañan. Tengo la gran suerte de que son tan amables siempre... siempre me he sentido querida, apoyada». Alguno de ellos le ha preguntado qué pueden hacer para llegar a ser como ella. «Digo que requiere mucho esfuerzo, sobre todo si, como casi todos nosotros, lo compaginamos con otra actividad. Que lo intente, que lo disfrute, que sea auténtico, que creo que es la clave, que no se deje vender ni muestre una cara forzada. El éxito está en ser uno mismo», asegura.
Sebas G. Mouret, de El coleccionista de mundos
«Lo que peor llevo es la presión de la exposición en redes, a veces se hace terrible»
Tras la aparición de internet han aparecido múltiples perfiles que antes eran imposible de concebir. Uno de ellos es el de booktuber, una persona con canal de vídeos en Youtube que habla de libros. Literatura y web, para algunos conceptos opuestos, se unían y hacían, además, que los jóvenes se acercaran a los libros. Uno de los booktubers más conocidos del país es Sebas G. Mouret, ovetense de nacimiento aunque vive en Madrid desde hace años. En 2012 él decidió combinar sus dos pasiones: la literatura y el mundo audiovisual. «Era seguidor de muchos blogs y foros literarios y me decidí a abrir uno, con la diferencia de que yo lo haría en vídeo. Con el tiempo mucha gente se interesó por mis vivencias y opiniones literarias, cosa que sigue sorprendiéndome día a día. El canal literario ya tiene más de 200.000 suscriptores, y los años me han permitido participar en todo tipo de festivales, eventos, mesas redondas… y me encanta». Así nació El coleccionista de mundos, pero luego vendrían más canales y perfiles. No duda en afirmar que «lo que peor llevo es la presión de la exposición en las redes, que a veces se hace terrible. Pero son daños colaterales de dedicarse a algo en internet».
Mouret dice que se dedica «profesionalmente a Youtube», pero que «no para hacerse de oro, dado que el mundo literario y editorial está mal tanto para creadores como para prescriptores, pero sí que se pueden conseguir ingresos». Para hacer su trabajo necesita organización y una labor constante y diaria en la red y preparando vídeos. «En ocasiones, debo sacrificar bastante el plano personal. Es constante, pero disfruto una barbaridad, es hacer lo que más te gusta». Y anima a, todo el que quiera, a seguir sus pasos. «Que se conceda la oportunidad de intentarlo, pero tampoco se obsesione. Mi principal consejo sería que se divirtiese haciendo contenido y que, si descubre que no es lo suyo, pare. Nadie nos obliga a ser youtubers, aunque parece que hoy en día todos tenemos que ser activos en redes y nuestra mayor aspiración debe ser llegar a influencer, no pasa nada si descubren que no se sienten cómodos».
Es de los que considera que personas que influyen en otros siempre han existido. Mantiene que «la única diferencia es que antes se trataba de actores de cine, críticos literarios, escritores de renombre que nos decían cómo vestir, leer, comer, pensar… Ahora cualquiera puede ser influencer sin necesidad de entrar en las ramas tradicionales. Seguiremos viendo a gente con influencia siempre. Y mientras sigan existiendo, las marcas seguirán interesándose por ellos». Él ha sido un poco autodidacta a la hora de prepararse para gestionar redes sociales y trabajar con marcas , «a base de prueba y error», y con «una formación especializada y profunda» que le dio la carrera de Periodismo.
Asegura que lo mejor es «el contacto humano que experimento cada día, de seguidores y lectores que comparten conmigo sus experiencias en charlas, festivales y colegios a los que voy». La suya es una relación cercana. «Conozco a muchos de ellos (no a todos claro) y son una audiencia muy sana y sincera. Siempre me gusta desvirtualizar a seguidores para hablar con ellos y compartir aunque sea unas palabras». También está acostumbrado a colaborar con empresas. «Las marcas han aprendido (por lo general) a tratar con youtubers. Saben en qué cedemos y en qué no y, hasta ahora, no he tenido ninguna mala experiencia. Todas entienden que mis principios y mi sinceridad van siempre por delante», declara.