La Voz de Asturias

Así pegaban el estirón los niños neandertales de El Sidrón

Asturias

LA VOZ /  Europa Press
Reproducción de un neandertal del Museo de Düsseldorf

Los neandertales tenían un patrón de crecimiento muy similar al de los humanos modernos, incluyendo su cerebro

22 Sep 2017. Actualizado a las 11:47 h.

Investigadores españoles del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han descubierto que los neandertales y los sapiens --la especie humana--, regulan su crecimiento de forma distinta para adaptar su consumo de energía a sus características físicas, pero también han encontrado que el patrón de desarrollo en ambas especies es muy similar, incluyendo el del cerebro.

Estos resultados, que aparecen publicados en Science, han sido fruto del estudio, liderado por el paleontólogo Antonio Rosas, del Museo Natural de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y con la colaboración de la Universidad de Oviedo, a través del profesor Marco de la Rasilla, director de las excavaciones de El Sidrón. Han analizado los restos fósiles de 40.000 años de antigüedad del esqueleto de un niño neandertal, hallados en la cueva asturiana de El Sidrón. El objetivo del estudio era establecer si existen diferencias en el crecimiento de neandertales y sapiens.

Según han explicado los investigadores Antonio Rosas y Luis Ríos, que también ha participado en el estudio, el «primer paso» que dieron los científicos fue determinar el año de la muerte del individuo estudiado. A través del estudio del tejido que forman los dientes, establecieron que este niño neandertal tenía una edad de 7,7 años cuando falleció. Para el investigador Marco de la Rasilla, «resulta muy gratificante que El Sidrón de nuevo ofrezca información detallada de los neandertales y, en este caso, de un niño de ocho años. Todo ello producto del rigor arqueológico y de las investigaciones antropológicas e interdisciplinares».

Para determinar este patrón de crecimiento, compararon la edad cronológica del individuo con las tres edades biológicas: edad dental, ósea y somática. Para ello, aplicaron «métodos rutinarios de la pediatría». «A estas edades ya se ven diferencias morfológicas que se presentan también en los neandertales, en este caso, en la estructura de la clavícula, que a edades muy tempranas, ya se ve que es un poco más larga, tanto en la muestra neandertal como en la muestra humana», ha especificado Luis Ríos. «Estas tres edades, dental, ósea y somática, lo que nos indican es que el patrón de maduración y crecimiento neandertal es muy similar al patrón de crecimiento humano moderno, siendo más conservadores, diríamos que no somos capaces de detectar diferencias», ha resumido Ríos.

No obstante, aunque el patrón general es muy similar, los investigadores han descubierto dos diferencias. La primera de ellas es el estado de maduración de las vértebras. Según han observado los expertos, el estado de maduración de las vértebras de un niño de 7,7 años de edad corresponde más bien al estado de maduración que presenta un niño humano a la edad de entre 5 y 6 años. «Es como si el periodo de maduración se hubiera extendido, se hubiera alargado un poco», comenta Ríos.

El crecimiento del cerebro

La segunda diferencia dentro de este patrón general común entre ambas especies es el patrón de crecimiento del cerebro que, tal y como sostiene Antonio Rosas, se trata de «una de las mayores diferencias por su significado biológico». «Aquí es donde entra la sustancia más debatible del trabajo», indica.

Los neandertales adultos tenían un volumen endocraneal de 1.520 centímetros cúbicos -el del hombre moderno adulto es de 1.195 centímetros cúbicos-, y se ha revelado que a los siete años de edad, el cerebro de los neandertales «todavía» sigue creciendo, pues se ha encontrado que la capacidad craneal del individuo estudiado era de 1.330 centímetros cúbicos (un 87,5% del total). Sin embargo, a esta edad un niño actual ya ha terminado de desarrollar toda su capacidad craneal.

Según relata Rosas, el cerebro es un tejido «muy caro desde el punto de vista metabólico», ya que el organismo necesita invertir mucha energía en él para que este crezca, dejando de invertir tanto en el resto del organismo. «Primero crece el cerebro, con lo que el cuerpo crece poco, relativamente, y cuando el cerebro ha terminado su crecimiento, deja espacio energético para que el resto del cuerpo adquiera su tamaño adulto», explica Rosas.

En resumen, el crecimiento y desarrollo de este neandertal juvenil se ajusta a las características típicas de la ontogenia humana, donde hay un crecimiento anatómico lento entre el destete y la pubertad, que podría compensar el gran coste energético que supone desarrollar un cerebro tan grande.

Este método de equilibrio de las demandas energéticas de cerebro y resto del cuerpo se ha desarrollado en la especie humana a través de una «estrategia vital» para «recuperar el tiempo perdido», que es lo que se denomina como el estirón en la etapa adolescente, según indica Rosas. «Retrasamos nuestro crecimiento, lo hacemos lento para gastar menos, y de buenas a primeras nos da por correr, recuperamos el tiempo perdido y nos convertimos en adulto, eso es un patrón humano que creíamos exclusivo de nuestra especie», señala.

Tal y como destaca Rosas, el interés de estudiar estos fósiles era dilucidar cuándo, evolutivamente, han aparecido estas «características tan peculiares» en los neandertales. «Además, el hecho de retrasar nuestro crecimiento somático durante muchos años permite otra cosa muy importante, estar mucho tiempo aprendiendo, y esa es la manera de transmitir los conocimientos, la cultura», dice.

Una de las interpretaciones que ofrecen los investigadores sobre por qué los neandertales tardaban más tiempo en completar su crecimiento vertebral y cerebral es que, al tener un mayor volumen encefálico, así como tórax y pulmones, que los sapiens, necesitarían más tiempo para completarlo, y más energía.

«Es una interpretación razonable pero aún por contrastar», advierten. El patrón de maduración vertebral y el crecimiento del cerebro, así como las restricciones de energía durante el desarrollo, podría haber marcado la forma anatómica de los neandertales. «Adquirir ese torso más grande también necesitaba que las costillas y las vértebras necesitaran más tiempo», especula Ríos.

La cueva de El Sidrón ha proporcionado la mejor colección de neandertales que existe en la Península Ibérica. El equipo ha recuperado los restos de 13 individuos. El grupo lo componían siete adultos (cuatro mujeres y tres hombres), tres adolescentes y tres niños más pequeños. Uno de estos individuos es el que han estudiado.

Según han concluido los investigadores, detrás de estas conclusiones hay «potenciales implicaciones» para poder descubrir, más adelante, cuál era el «ciclo de vida» de esta especie, que creen que podría ser también similar al del humano actual, pero por el momento prefieren ser «cautos» y admitir que se trata de una «especulación».

Según han añadido los científicos españoles, la estrategia es seguir avanzando en la investigación y estudiar los esqueletos de los individuos adolescentes, «foco de interés» para ver si verdaderamente los neandertales también experimentaban ese estirón y, en caso de que así fuera, cómo.


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