Asturias tramita más de 15.000 expedientes por daños de lobos en solo cinco años
Asturias
Un estudio alerta de que las cacerías de lobos modifican los hábitos de caza de la especie y no reducen el número de casos. Fapas denuncia lo pernicioso de las batidas autorizadas
26 May 2016. Actualizado a las 13:25 h.
A menos lobos, menos ataques. Esa ecuación no se está cumpliendo en Asturias. La desestructuración de las manadas de lobos como consecuencia, fundamentalmente, de la matanza sin planificación de ejemplares modifica sus hábitos de caza y explica el incremento de los daños causados a la ganadería. Esas son las conclusiones de un estudio realizado por el Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (Fapas) que analiza el periodo comprendido entre los años 2011 y 2015. En este tiempo, los daños declarados en el Principado por los ataques de esta especie crecieron casi un 13%. En concejos, como los de Belmonte, Tineo, Aller y Villayón se identificaron más de un millar de casos. En otros, como en Nava o Piloña, porcentualmente, los expedientes crecieron más de un 600%. Por el contrario, en territorios de costa como El Franco o Vegadeo, en algunos de los Valles del Oso, como Proaza, o en otros de la cuenca del Caudal las estadísticas son negativas. Es decir, la incidencia es menor.
En total, en este lustro se han tramitado 14.500 expedientes. El número de animales muertos es ligeramente superior ya que, en casos como los de las ovejas, en un mismo ataque puede haber más de un ejemplar. Los expertos han tenido acceso a estos datos gracias a una pregunta presentada por Podemos a la Consejería de Desarrollo Rural y Recursos Naturales del Principado. La administración respondió con una relación precisa de cifras, año a año, del último lustro, desglosada por municipios. Roberto Hartasánchez, responsable del Fondo, explica que hasta ahora nunca había tenido acceso a una información tan pormenorizada.
Datos y explicaciones
Una de las explicaciones aportadas por el Fapas atiende al comportamiento del lobo y a sus hábitos. El estudio explica que, de media, las manadas están compuestas por ocho ejemplares, aunque varían en función de la época del año. Es mayor tras la reproducción. De hecho, las camadas suelen ser de cinco crías pero su tasa de mortalidad es elevada. Los expertos precisan que las batidas sin criterios establecidos desestructuran los núcleos familiares y dejan solos a lobos que pierden gran parte de su capacidad para cazar, que depende del grupo. Estas nuevas condiciones, unida a la falta de carroña, les empuja hacia el ganado.
La situación no tiene demasiados visos de cambiar si no se modifica el plan de gestión del lobo, opina el Fapas. Para 2016 se ha autorizado la eliminación de 45 ejemplares. La fundación alerta que a esta cifra hay que añadir las matanzas clandestinas que se están produciendo. «No hay datos oficiales de cuantos lobos son realmente eliminados, en qué lugares o de qué grupos familiares se extraen», alerta.
La conclusión esperable es que la población de lobos disminuya tanto que la consecuencia directa sea una disminución de ataques de lobos a la ganadería. «Pero este no ha sido el caso», denuncia Fapas, que trata de desmontar los argumentos que está utilizando la administración. Las batidas de lobos no disminuyen el número de ataques. Esa es su conclusión. Hay una tendencia a la disminución de daños en aquellos concejos de costa o interior que una vez matados los lobos, no se produce un reclutamiento inmediato de ejemplares que vuelven a colonizar el territorio. Sin embargo, aumentan los daños en casi todas aquellas zonas limítrofes con comunidades autónomas loberas, principalmente con Castilla y León, porque llegan nuevos ejemplares de fuera que sustituyen a los cazados. Esta población lobera desestructurada, con individuos solitarios o grupos familiares formados por dos ejemplares de media, es la que cambia sus hábitos de caza.