«Descarto totalmente que el efecto Popular pueda llegar a Caja Rural de Asturias»
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El director general analiza las cuentas de de la entidad con motivo de la asamblea anual. Explica que la caja abrirá tres oficinas para empresas y descarta fusiones
20 Jun 2017. Actualizado a las 14:17 h.
2016 fue un buen año para Caja Rural de Asturias. La entidad ganó 20,7 millones y, por tercer año consecutivo, consolidó la senda de crecimiento de los ejercicios anteriores. Fernando Martínez, director general de la entidad, destaca que ha crecido el número de clientes y el volumen de negocio y de créditos. Prevé que este año se cumplan los objetivos y que la entidad siga aumentando beneficios. Además, destaca el posicionamiento de la caja en banca online, con su herramienta Ruralvía, y asegura que abrirán tres oficinas para atender a empresas. Martínez descarta que el efecto Popular llegue a Caja Rural.
-Caja Rural ganó el año pasado 20,7 millones. ¿Qué balance hace del ejercicio?
-El año pasado fue en la línea de los últimos ejercicios. Tanto en 2015 como en 2014 habíamos entrado en una senda de crecimiento y de contención del gasto para ofrecer unos resultados acordes a los de antes de la crisis. En 2014 tuvimos unos beneficios de 19,6 millones, en 2015 ganamos 20,6 millones y en 2016 fueron 20,7 millones. Eso en la línea de resultados, con lo que eso supone de que, al ser una cooperativa, el 80% se destina a reserva obligatoria, lo que se traduce en incrementar la solvencia y el patrimonio de la entidad. No tenemos que repartir dividendos, aunque retornamos una pequeña cantidad del interés de las aportaciones al capital y otra parte como intereses cooperativos. Además, otros casi dos millones van a obra social, por lo que revierten en el conjunto de la sociedad.
-También incrementaron la cifra de negocio.
La cifra de negocio en el balance se incrementó casi un 8%, hasta los 5.500 millones. La inversión crediticia, que estaba un poco comprimida, no crecía al ritmo que queríamos, y en 2016 ya creció, aunque lejos de los crecimientos de dos dígitos de antes de la crisis. Si queremos que la economía de la Caja Rural, de la región y del país crezca, debe abrirse la demanda crediticia en crédito solvente pero no podemos cometer los mismos excesos que antes.
-Han abierto el grifo del crédito, ¿hay margen para que siga creciendo?
-Sí, hay margen. La liquidez nos sigue saliendo por la orejas. La gente ahorra aunque los tipos de interés estén bajos. No gustan los productos de riesgo y el dinero está disponible para invertir. Se nota que aumenta el consumo, un poco también la demanda de hipotecas, pero es un tono más retraído que antes. El problema que se generó es que la gente se metió en inversiones que no podía devolver. Si no hay capacidad de reembolso no se pueden conceder créditos. Para qué queremos los bancos los pisos que no podemos ni vender ni alquilar. Ojalá no volvamos a la situación de antes, en la que se financiaba el 150% de la inversión.
-En el primer trimestre los resultados fueron mejores que en el mismo periodo del año pasado. ¿Qué expectativas tienen para 2017?
-Las cifras cerradas a mes de mayo cubren los presupuestos al 100% para ese periodo. Vamos a cerrar un ejercicio en la línea de lo previsto, con un beneficio cercano a los 21 millones y una cifra de negocio de entre el 6 y el 7% superior al del año pasado.
-En un contexto de cierre de oficinas en casi todas las entidades bancarias Caja Rural ha mantenido las suyas. ¿Cómo lo ha conseguido?
-Estamos estabilizados en una red de oficinas que no incrementamos desde hace 5 años, pero que tampoco reducimos. En la actualidad tenemos 112, una cantidad que creemos que nos permite tener cubierto el espectro en el que nos desenvolvemos, que es Asturias. En algunos sitios sí que encontramos alguna reticencia, ya que no nos quedó más remedio que ajustar los horarios de apertura al público. En algunas sucursales, con un volumen de trabajo bajo, se ajustó el horario para que una misma persona pudiera atenderlas dando el mismo servicio de siempre.
-¿Tienen pensado abrir nuevas sucursales?
-Estamos a punto de abrir tres oficinas, pero no de atención al público, estarán focalizadas en atender a empresas y, fundamentalmente, a pymes. Es hacia donde queremos dirigir nuestra filosofía y nuestra forma de crear negocio. En Avilés está a punto de abrir, estamos con la decoración. En Oviedo ya tenemos sitio y en Gijón estamos cerca de cerrarlo. No estarán a nivel de calle, no tendrán cajero ni ventanilla, sino que serán para empresas.
-El proceso de fusiones provocó el despido de miles de empleados de banca pero ustedes tienen en marcha un proceso de selección de personal. ¿Van contra corriente?
-Tenemos 404 empleados. Venimos creciendo en volumen de negocio y, si no abres oficinas no debe crecer el número de empleados en cifras muy grandes. Pero hay gente que se jubila. Cubrimos esas salidas y se aumenta el número de empleados porque al incrementar el negocio, hay que crecer en plantilla para que no se pierda la calidad en la atención al cliente. Queremos estar pegados a la calle, por eso mantenemos una plantilla que va creciendo.
-¿Se ha resentido la cifra de clientes con la crisis?
- Seguimos creciendo. Tenemos 119.000 socios y cerca de 300.000 clientes. Casi un 25% de la población de Asturias tiene relación con Caja Rural.
-Los nuevos tiempos exigen una constante renovación tecnológica. ¿Está preparada Caja Rural para la banca online?
-Formamos parte de un grupo de 29 cajas rurales en las que compartimos el Banco Cooperativo Español, tenemos una empresa de seguros, una de informática y la banca electrónica. Hace dos años Ruralvía -nombre del servicio online de Caja Rural- fue la más destacada dentro de banca electrónica española por la facilidad de acceso y las opciones que ofrece. Y seguimos implementando nuevas opciones. El año pasado teníamos el Wallet, una herramienta para agrupar tarjetas para acceder, con un sticker pegado en el móvil, a realizar los pagos. Actualmente implantamos el Bizum, las trasferencias instantáneas entre clientes de distintas entidades. Estamos actualizando continuamente.
-Las cajas rurales aguantaron mucho mejor que el resto de cajas la crisis. ¿A qué cree que se ha debido?
-Entre otras razones, a que no estábamos tan expuestas al sector inmobiliario. Pero fundamentalmente porque siempre nos caracterizamos por tener recursos propios suficientes. Las que seguimos es porque tenemos unos coeficientes de solvencia por encima del resto de la banca. Cada vez nos piden coberturas más altas, y con la nueva reforma nos obligarán a integraros en un SIP (Sistema Integral de Protección) normativo, antes existían los reforzados.
-¿Ya ha dado salida Caja Rural a todos los inmuebles de la burbuja?
-Nunca llagamos a tener demasiados. Vamos dando salida en la medida que podemos. Cada consejo entran dos o tres inmuebles y salen ocho o diez. Es algo normal que no nos preocupa. El año pasado la rentabilidad en activos no productivos fue del 4%. Lo que vendemos suele ser con beneficio y sacamos un dinero que nos viene bien.
-En su momento Caja Rural de Asturias formó parte de las negociaciones para una gran fusión entre cajas rurales. ¿Por qué se rompieron esas negociaciones?
-En parte porque al final lo que se pretendía era que quedase todo sometido a una o dos cajas. Cajamar y otra que agrupase al resto. Entendimos que cada uno puede aguantar su negocio en la propia región. Cuando alguien por encima de ti viene a querer gestionarte tus recursos y tu actividad corres peligro de desvirtuarte, de desligar los consejos rectores de cada cooperativa. Pensamos que el modelo por el que abogamos funciona. En España ya vimos que por muy grandes que fueran las fusiones, hubo batacazos.
-¿Descartan esa fusión para el futuro?
-Estamos conformes con el sistema que tenemos. Hay que mejorar y avanzar en sinergias que nos permitan ser más eficaces. Los requerimientos normativos son iguales para toda la banca, sea grande o pequeña, por lo que tenemos que ser capaces de poder absorber esos requerimientos y compartirlos con una entidad superior, como hacemos en el caso del banco cooperativo, seguros o el informático. En esas eficiencias tenemos que ir avanzando y nos someteremos a cumplir unas disciplinas y perdemos algunas libertades, por lo que habrá que seguir pautas de alguien que vigile para que no demos un traspiés que obligue a tomar medidas para reflotar al grupo. De ahí ese SIP normativo. Se trata de vigilarnos antes de incumplir la norma. Cuando cualquiera de las cajas del grupo se desvía, el efecto arrastre es importante. Con este sistema se controla antes de incumplir la norma.
-La obra social es una de las patas fundamentales de las cajas rurales. ¿Cuáles son los grandes proyectos que financia la fundación?
-Tenemos un fondo asistencial y de promoción social con un patrimonio de 17 millones. Cada año crece con el 50% de lo que se destina del resultado a obra social. Con los rendimientos que se obtienen se financian las actividades del ejercicio. Ese patrimonio está en un depósito remunerado y su rendimiento es el que permite desarrollar las actividades del fondo. Lo destinamos a lo que nos demandan. Por ejemplo, tenemos compromisos adquiridos en determinadas razones, como una investigación oncológica en el HUCA que busca marcadores que determinen el diagnóstico de cáncer. También con la Universidad de Oviedo… Esto son solo dos ejemplos pero hay muchos más.
-La semana pasada aprobaron la cesión de una nave al Banco de Alimentos.
-Así es. Colaboramos con ellos, con Caritas y con varias cocinas económicas desde hace siete años. Antes, a final de año dedicábamos una cantidad para un obsequio a los clientes vip. Era un detalle, unas medallas de plata conmemorativas que suponían un total de 30.000 o 40.000 euros. En 2008 decidimos cambiar la política y destinar esa cantidad a estas entidades.
-Los resultados del primer trimestre demuestran que crecen los beneficios, la cifra de negocios, el número de clientes, los créditos… ¿Ha llegado la recuperación?
- La gente se está animando, no sé si es recuperación o no. No cabe duda de que está mejorándola la situación. Descendió el número de parados, otra cosa es la calidad de los contratos, pero algo mejor estamos.
-¿Cuál es la política de Caja Rural con las cláusulas suelo?
-Estuvimos siempre a lo que nos obligaron en cada momento los tribunales. En cualquier caso, la caja hizo en 2014 dos rebajas sucesivas del suelo de los hipotecados, previendo lo que estaba empezando a ocurrir. En diciembre 2015 las suprimimos totalmente. A partir de ahí llegó el decreto y con él las reclamaciones, que estamos atendiendo. Al final la caja provisionó el impacto y estamos atendiendo las reclamaciones que nos llegan.
-¿Y en los gastos de constitución de la hipoteca?
-El Consejo Rector aprobó la semana pasada compartir en la constitución de hipotecas los gastos de escritura de la primera copia y la inscripción en el registro. Los gastos de notaría y actos jurídicos documentados son por cuenta del cliente. Tendremos que asumir lo que digan los tribunales, aunque en algún caso no estemos muy convencidos.
-¿Teme que el efecto contagio del Popular se extienda por otras entidades españolas?
-El efecto contagio está ahí porque el dinero es muy miedoso, busca seguridad. Pero en el caso del Popular el problema es muy específico con las acciones. Cuando inviertes en algo sabes que estás arriesgando. Lo que está claro es que los depositarios, que es lo que puede preocupar a la caja, tienen los depósitos garantizados, por lo menos hasta 100.000 euros. Los socios de Caja Rural no tienen garantizada su aportación a la caja, eso es una participación en una sociedad.
-¿Descarta que ese efecto del Popular pueda afectar a Caja Rural?
-Eso está totalmente descartado. Al final son dos sistemas distintos. Nuestros clientes son depositantes e hipotecados, son mercados diferentes.