«Me daría mucha vergüenza tocar en la calle, aunque si me veo en la necesidad, no lo descarto»
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Fran Nixon abre las puertas de su vida artística en el documental dirigido por Trueba «Salir de Casa», reproducido en el festival audiovisual SACO
22 Mar 2017. Actualizado a las 05:00 h.
Fran Nixon es una de las figuras más representativas de la música alternativa de los 90. El joven que triunfó en un grupo, de nombre tan singular como Australian Blonde, es ahora un hombre maduro que recuerda con nostalgia sus años de juventud; y no muestra arrepentimiento por haber vivido en la forma en que lo hizo, ni arrogancia ante el éxito del que disfrutó. La música no lo ha abandonado en ningún momento, y en los últimos tiempos sus canciones han sido objeto de polémica y crítica; como ha ocurrido con muchos letristas de la talla de Sabina, con quien Fran considera «ridículo» compararse. Las experiencias del músico han llegado a las pantallas de la mano de David Trueba y su documental Salir de casa, en lo que ha sido para el artista algo muy positivo.
-Últimamente se escucha hablar del nacimiento de la tercera generación del indie asturiano ¿Está de acuerdo con esta idea? Y si es así ¿Qué diferencias observa con respecto a los jóvenes que hace unas décadas dominaban el panorama alternativo tanto local como nacional?
-La verdad es que llevo bastante tiempo fuera de Asturias y no estoy familiarizado con el concepto. Mi percepción en general es que el término indie está un tanto gastado y las nuevas bandas prefieren mantenerse al margen de esa etiqueta.Tengo noticia de la actividad de artistas como Fasenuova, Pablo Und Destruktion, Rodrigo Cuevas, Axolotes Mexicanos, Los Bonsáis, Maimuny, Chiquita y Chatarra, Lorena Álvarez, etc., y creo que tienen mucho talento, aunque no sé si se trata realmente de una nueva generación o músicos con una ya larga trayectoria a sus espaldas. La principal diferencia que encuentro con respecto a nuestra época, es que antes existía una industria musical que podía dar apoyo a las nuevas bandas, cosa que actualmente es más difícil.
-Existe la idea de que en los 90 triunfar en la música alternativa era relativamente fácil. Incluso se dice que los grupos no pretendían hacer buena música, sino ruido que resultaba ser un éxito debido a las circunstancias del momento ¿Qué opina de esta mentalidad? ¿Le produce rechazo escuchar afirmaciones de este tipo?
-Como acabo de decir, creo que en los noventa existía una infraestructura más favorable para los grupos emergentes, que hoy ha desaparecido. La autogestión tiene sus ventajas, y el sistema anterior estaba muy lejos de ser perfecto; pero soy de la opinión de que para que los grupos puedan llegar al gran público es necesaria una gran inversión inicial, que solo un tejido industrial fuerte (sellos, medios, festivales, salas, etc.) puede proporcionar. Por eso en España hemos pasado de ser exportadores a importadores de música en los últimos años. En los noventa se creó ese tejido, y creo que, al margen de la valoración que se haga con respecto a los grupos (que no deja de ser cuestión de gustos), aquello tuvo un gran mérito.
-Últimamente ha hablado sobre la relación de Internet con la música y cómo ha cambiado la difusión de esta convirtiéndose en un bien de consumo habitual, alejado de la novedad alternativa de épocas anteriores ¿Cree que sería posible, en un contexto como el actual, el nacimiento de un movimiento similar al del Xixon Sound?
-Es muy difícil hablar sobre «qué sucedería sí…». Pero sí, creo que en general el movimiento indie de los noventa fue debido a una serie de circunstancias que ahora son muy difíciles de reproducir. Por un lado, existía una industria musical fuerte que hacía posible la inversión en nuevos grupos, y por otro, la relevancia social de la música entre cierta parte de la juventud era mayor. Había más gente joven, en proporción, y había menos opciones de ocio que ahora.
-Los noventa eran una época en la que los jóvenes no tenían la necesidad de reivindicar una sociedad más justa; sin embargo los tiempos han cambiado y la crisis ha hecho que muchos veinteañeros se vean enfrentados a la dura realidad del paro ¿Considera que las letras de sus canciones presentaban inmadurez? ¿Sería posible que naciesen bandas juveniles, actualmente, que triunfasen sin acercarse a la temática social?
-Hubo una crisis muy dura en España en el año 93, un anticipo de la crisis inmobiliaria que vendría después en el 2007, así que esta también fue una época dura para todos. Creo que es justamente al contrario, cuanto más complicada es la situación social, más ganas tiene la gente de divertirse. Estoy pensando por ejemplo en los cabarets del Berlín de entreguerras. O en el origen del Jazz o el Rythm and Blues, en entornos muy duros. Los ejemplos se podrían multiplicar, pero hay dos que son bastante representativos de esto que digo. Durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército americano intentó que los soldados cantaran canciones diferentes a las de la Primera Guerra Mundial, que eran todas canciones de amor, en uno y otro bando. Se creó un comité especial encargado de escribir canciones que exaltaran los valores marciales y denigraran al enemigo. Al final los soldados nazis y los americanos terminaron cantando Lili Marleen. El otro ejemplo es del documental de Graceland, el disco que Paul Simon grabó con músicos sudafricanos durante el final del Apartheid. Intrigado por la letra de una de las canciones cantadas en su idioma natal, Paul Simon le preguntó a uno de los músicos por su significado, esperando encontrarse con algo de fuerte contenido social. La respuesta fue: «¿Te acuerdas de los sesenta, cuando las chicas iban en minifalda? Pues eso».
-En relación con las letras, se ha levantado toda una polémica en torno a algunas composiciones de su último disco como Erasmus borrachas que han sido tachadas de machistas ¿Qué opina al respecto? ¿Considera que ciertamente es así, o cree que se trata de una utilización artística del lenguaje de género?
-Supongo que algunas letras de mis canciones pueden interpretarse como machistas, aunque hasta el momento nadie me ha dicho: «esta letra es machista», sino que se trataría más bien de un reflejo de ciertos esterotipos femeninos que sí serían machistas. No puedo decir que no sea así. En cualquier caso, es imposible defenderse de este tipo de acusaciones, y cuanto más lo haces, más culpable pareces. Hoy las letras de Serge Gainsbourg serían impublicables, y eso me da pena.
-Toda la música alternativa, en general, ha sido tildada de fría y machista, ¿Por qué cree que ocurre? ¿Comprende la preocupación social al respecto?
-Toda generación se abre camino en la vida criticando la obra de las anteriores. En ese contexto, cada uno utiliza las armas que tiene a mano. Es como cuando los grupos de mi generación decíamos que la música de los ochenta era muy mala. Hoy en día me avergüenzo de ese tipo de declaraciones.
-Sabina también ha sido criticado últimamente por el contenido de sus canciones ¿Piensa que en ellas hay una exaltación de la figura de la mujer? O por el contrario ¿son un elogio a las prácticas del «machito» tradicional?
-Tengo por costumbre no criticar públicamente a otros artistas. Máxime cuando se trata de una figura cultural de primer orden, como es el caso de Sabina. Cualquier crítica o halago que yo pudiera pronunciar sería ridículo.
-El nombre del grupo Australian Blonde surgió en una viaje a Londres, como han indicado con anterioridad los miembros del grupo ¿Cómo cree que contribuyen los viajes al desarrollo artístico y cultural? ¿Son una forma de educación superior a las enseñanzas regladas?
-Creo que viajar y estudiar contribuyen a la formación de las personas de forma positiva, y que ambas son actividades complementarias e insustituibles.
-¿Qué hubiese pasado si no hubiese tenido contacto con el panorama musical internacional? ¿Se habría desarrollado su capacidad musical?
-Supongo que sí, pero de manera diferente. La crítica principal que yo hago a algunos músicos de mi generación, entre los que me incluyo, es haber caído en cierto desprecio hacia nuestra propia tradición, sin la cual es imposible crear una obra personal, no ya original. La creación musical o de cualquier tipo es un continuo en el que unas generaciones se aprovechan de las otras, ya sea como crítica o como incorporación de los hallazgos anteriores. El adanismo no existe. Por eso toda forma artística suficientemente desarrollada cae en la ironía, no como consecuencia de ninguna actitud psicológica personal, sino por el propio peso de los precedentes. No se puede pretender hacer una canción de rock hoy en día como si Led Zeppelin o los Doors no hubieran existido.
-Cuando mira atrás y recuerda los años de juventud en giras interminables ¿Piensa que se ha perdido algo? O por el contrario ¿Considera que ha ganado experiencias fundamentales, y nada comunes, para un chaval?
-Ni me arrepiento, ni me considero especial. Como todo el mundo, recuerdo mi juventud con cariño. Hice lo que pude, con lo que tuve. Evidentemente, visto en retrospectiva, hay cosas que cambiaría, pero seguramente sólo serviría para cometer de nuevo los mismos errores.
-¿Con qué peligros se encuentra un joven que, de repente, es reconocido en todo el ámbito nacional?
-Creerte que eres mejor que los demás y que esa situación va a durar para siempre.
-Ha grabado con David Trueba el documental Salir de casa ¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar con un director como Trueba? ¿Ha sentido que perdía un poco de su intimidad al regalar al público un pedazo de su vida?
-Fue una gran experiencia, que debo a Edu Galán, quien me presentó a Trueba, y al propio David, de quien partió la idea de hacer el documental. Precisamente lo que busqué fue evitar que se convirtiera en el típico panegírico lleno de alabanzas hacia mi persona. Al contrario, mi preocupación fue intentar sacar en pantalla a gente de talento y que sirviera para dibujar un pequeño retrato de la situación por la que pasan diferentes industrias creativas en este momento.
-En el film tienen mucha importancia los bares ¿Es cierto aquello de que funcionan como lugar de inspiración para los artistas?
-Más que los bares en sí, creo que es importante que existan espacios públicos donde los artistas puedan intercambiar ideas. Si puede ser un entorno agradable y hospitalario, mejor.
-Otro hecho curioso es que se le ha podido ver tocando en el Parque del Retiro de Madrid ¿Cómo ha sido sentirte músico callejero por un día?
-Es algo que hice sólo para el reportaje. Me daría mucha vergüenza tocar en la calle, aunque si alguna vez me veo en la necesidad, no lo descarto.
-Decía que a partir de ese momento valoraría más el trabajo de los músicos callejeros ¿A qué retos cree que se exponen estos artistas diariamente?
-Pues el mismo reto que afronta toda la clase trabajadora a diario: mantener la dignidad.
-¿Qué pensaba antes de esta experiencia de quienes tocaban en las calles? ¿Sentía lástima por su falta de éxito o envidiaba la libertad de hacer arte en el anonimato?
-Sobre todo, sentía un deseo de comprender por qué lo hacían. Me imagino que en cada caso la motivación es diferente. Hace poco me encontré un chico tocando la guitarra en el metro. Era tan bueno que me acerqué a hablar con él. Era de Boston y estaba de viaje por toda Europa. Ahí sí que sentí cierta envidia. Sobre todo por lo bien que tocaba.